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CHESSY

15 aspirantes al título mundial. Candidatos Zurich 1953

De cuando en cuando, se nos recuerda que usar la rica herencia ajedrecística del pasado es condición indispensable para hacer progresos significativos. Esto también se aplica a otras disciplinas aparte del ajedrez, pero para nosotros sería útil identificar los elementos específicos de este concepto, de alguna manera ambiguo, al que llamamos «herencia». Pienso que grandes torneos, partidas de grandes jugadores, grandes análisis (preferiblemente reunidos en grandes libros) son algunos de los elementos más importantes. Una circunstancia extremadamente favorable es cuando varios de estos elementos se combinan, por ejemplo, cuando un gran jugador y comentarista escribe un libro sobre un torneo en el que ha participado. Probablemente, todo esto nos dejará un libro inmortal.

Con toda seguridad, los torneos de Nueva York de 1924 y 1927 no serían recordados como pilares de la historia del ajedrez si Alekhine no hubiera escrito sus mundialmente famosos libros dedicados al análisis de estos eventos. Me arriesgaría a afirmar que lo contrario es, hasta cierto punto, cierto: El propio Alekhine tampoco hubiera sido el mismo si no hubiera escrito estos libros. Solo el cercano examen del estilo de Capablanca (quien jugó en ambos torneos) permitió al genio ruso detectar los puntos débiles de su gran rival y derrotarlo en la maratón de Buenos Aires.

La lista de libros como este puede continuarse sin duda alguna, pero hay uno que destaca claramente en un pedestal que nunca ha vuelto a ser sacudido desde que el libro fue escrito: El Torneo Gran Maestro Internacional, Zúrich 1953, de David Ionovich Bronstein. Potentes jugadores pertenecientes a diferentes generaciones admiten haber aprendido ampliamente de las maravillosas explicaciones de Bronstein y muchos lo consideran el mejor libro de ajedrez escrito hasta la fecha.

Hace un cuarto de siglo aproximadamente, también a mí me cautivó la tercera edición de este libro (esta última mención se revelará más tarde como esencial) y lo leí página por página, o, por utilizar el dicho de mi profesor de historia en el instituto, «¡Desde el título hasta el precio!» Por primera vez en mi vida experimenté una clase de ajedrez de nivel verdaderamente alto y desde entonces he mantenido esta sensación.

En los últimos años, la editorial española Chessy, dirigida por el gran maestro Alfonso Romero, comenzó a reeditar una serie de raros y desconocidos libros de gran valor. Aquel que más me intrigó desde el momento en que lo vi en la estantería de una librería fue 15 aspirantes al título mundial – Torneo de candidatos Zúrich 1953 de Miguel Najdorf. La edición original había sido publicada en Argentina en 1954 (dos años antes de la primera edición del libro de Bronstein), pero, aparentemente, no gozó de fama mundial y permaneció dentro del espacio ajedrecístico sudamericano.

Recientemente comencé a leer el libro de Nadjorf, en parte porque esperaba revivir algunas de las emociones artísticas provocadas hacía ya tiempo por su mucho más famoso «hermano», pero también porque no había tenido la ocasión hasta entonces de conocer el universo ajedrecístico de don Miguel. No pasó mucho tiempo hasta que sentí que, a pesar de lo parecido de sus títulos, los libros trataban eventos completamente diferentes. Una breve comprobación me reveló que la lista de partidas era la misma, lo que me dejó aún más confundido sobre… la causa de mi confusión.

La partida que mejor explica la situación se llevó a cabo en la primera ronda.

Euwe, Max – Kotov, Alexander
Torneo de Candidatos, Zúrich (1), 30.08.1953

Unos movimientos antes, las negras habían sacrificado unacalidad en e3, debilitando considerablemente el flanco de rey enemigo. Su problema principal ahora es que varias de sus piezas están «congeladas» o bloqueadas en el flanco de la dama, sin posibilidad aparente de trasladarse al flanco contrario. Kotov decidió que la única manera de conectar la separación de los dos destacamentos de piezasimplicaría atacar el peón en d5 con 24…Te5. Esto significó dejar de lado definitivamente las posibilidades de atacar, mientras que la amenaza al peón central probó ser ilusoria. Euwe jugó con precisión en un momento difícil y logró aumentar la dominación del flanco de dama hasta atrapar a uno de los caballos con una elegante maniobra táctica.

Najdorf escribe que las negras deberían haber obtenido una buena oportunidad de ganar con:

24…Ch5!

Un movimiento natural, que sería un buen candidato para cualquier especialista en la defensa Benoni. Sin embargo, estaba casi convencido de no haber visto este patrón en el libro de Bronstein. La línea principal de Najdorf es: 25.Af3

También menciona que 25.Cc6 (con la intención de prevenir que la reina negra se desplace al flanco opuesto vía d8) pierde tras 25…Axc6 26.dxc6 d5! Una excelente manera de abrir la comunicación entre los dos flancos.

He examinado otras continuaciones, pudiendo contestarse todas de la misma manera: 25.g4

25…Dd8! Este rápido traslado de la dama justifica que Najdorf considere 25.Cc6. 26.Tf1 (Después de 26.gxh5 Dh4 el alfil en g2 no puede neutralizar la presión de nada menos que cuatro piezas negras) 26…Axg4! 27.hxg4 Dh4+ 28.Rg1 Txc3 amenazando …Ae3+ con un ataque decisivo.

A las blancas les falta un tiempo en la línea 25.Db7 Dd8 26.Cc4. El caballo es tabú porque la Ta8 está atando a la dama, pero 26…Txg3 crea amenazas decisivas.

Finalmente, despejar la tercera fila no ayuda tras 25.Cb5 Dd8 26.Tc3 (o 26.Cc4 Dg5y las blancas ya no pueden defender más los cuadros negros) 26…Txg3 27.Txg3 Af4 con la intención decisiva de invadir las casillas negras.

25…Cxg3!

El comienzo de una buena secuencia de ataque.

26.Rxg3 Dd8!

La misma maniobra temática que en líneas previas.

27.Th1

Un intento desesperado por mantener defendido el peón en h3.

Como señaló Najdorf, 27.Ce4 se responde con 27…Txe4! Ciertamente, tras 28.Axe4 Dg5+ las blancas pierden el único defensor del rey dejando a Su Majestad expuesto al ataque combinado de la dama y los alfiles.

27…Af4+!

Una manera inesperada de acelerar el ataque.

28.Rg2

28.Rxf4 conduce a problemas típicos de jaque mate en dos movimientos tras 28…Dh4+

29.Ag4 (Esta línea es incluso de un mayor valor estético que 29.Rxe3 Dd4++) 29…Dh6++

28…Dg5+ 29.Rf1 Dg3 30.Cd1

Esta es de hecho una excelente ilustración práctica de una de las teorías más famosas de Bronstein, aquella acerca de la debilidad de los cuadros negros. Habiendo invadido por completo sobre las casillas negras, las negras extienden su ataque a los cuadros blancos.

30…Txf3+! 31.exf3 Dxf3+ 32.Rg1

Esta es la única oportunidad de sobrevivir. Najdorf solo analiza 32.Cf2 Ag3–+

32…Dg3+ 33.Rf1

Es evidente que las negras tienen el empate en su bolsillo, lo que justifica la mejora sugerida por Najdorf en el vigésimo cuarto movimiento (24…Ch5!). De todas formas, puede seguir jugando si lo desea.

33…Axh3+ 34.Txh3 Dxh3+ 35.Re1 Dh1+ 36.Df1 Ag3+ 37.Cf2 Dxd5

Las negras tienen cuatro peones por una torre y una mejor coordinación. Al mismo tiempo, la situación del rey blanco es muy precaria. La posición de las negras es más fácil de jugar, por no decir más. Tras leer este buen trozo de análisis (aunque contiene una imperfección), capté inmediatamente el tono general del libro de Najdorf. En vez de caer en discursos abstractos y teóricos, como Bronstein, prefirió identificar los momentos críticos de las jugadas y someterlos a un concienzudo examen.

Hay cierto simbolismo en la oposición de enfoques de ambos autores, ¡sobre todo si además consideramos que vivían en las antípodas! Observar la misma realidad desde diferentes hemisferios puede ofrecer diferentes perspectivas.

No hace falta decir que fui inmediatamente a comprobar los comentarios de Bronstein sobre esta partida. No tengo palabras para describir mi confusión en esos momentos frenéticos. Descubrir que mi memoria ajedrecística no era tan buena como yo pensaba era un mal menor comparado con tener la confirmación de que el libro no contenía mención alguna sobre 24…Ch5. Y aun así, la peor situación probó ser la real: Bronstein reseña esta partida más bien lacónicamente, considerando que el plan que implicaba el sacrificio de calidad era erróneo y que Euwe ganó una buena partida. Y aunque me sentí aliviado al creer que mi honor personal había sido salvado y que aún podía contar con mi memoria, me olía algo. Este tipo de posición solía ser el pan de cada día de Bronstein y de Najdorf. De hecho, este último se pasa media página alabando la originalidad y la creatividad de Bronstein, dejándolo claramente por encima del resto de sus competidores. ¿Cómo pudo Bronstein dedicar comentarios tan indiferentes a esta partida en vez de mostrar entusiasmo por ella?

Este no es el único ejemplo de este tipo sino uno de los primeros que me intrigaron y también uno de los más chocantes.

Algo incluso más desconcertante que esto es que, a lo largo del libro, Bronstein menciona a veces que cierto movimiento o línea había sido analizado por Najdorf. Antes de hacerme con el libro, hubiera creído que se refería a comentarios ocasionales realizados en revistas, pero dado el intervalo de dos años transcurrido entre ambas publicaciones queda bastante claro que había leído los 15 aspirantes... Así pues, volviendo a la situación de la partida Euwe-Kotov: incluso tras recibir una clara pista sobre la naturaleza prometedora del ataque, no dijo nada sobre ello (?!) No es el Bronstein que uno esperaría.

Llegado un punto decidí que conservar ambos libros a mano era el mejor modo de proceder. La verdadera crisis llegó cuando leí los análisis comparativos de una partida en la decimoprimera ronda.

Keres, Paul – Reshevsky, Samuel Herman
Torneo de Candidatos, Zúrich (11), 16.09.1953

Keres jugó la apertura muy enérgicamente y logró debilitar la posición del rey enemigo manteniendo mientras tanto el liderazgo. Ambos autores critican el siguiente movimiento: 16.Dg4+ De hecho, esto mantiene al menos parte de la ventaja de las blancas. Tras 16…Rh8 debería haber continuado con 17.exf6 (mejor que con 17.Df3 Cd7 como en la partida*, que al final acabó en empate.) 17…Tg8 18.Dh5 Tg6 19.Df3 Cc6 20.0-0-0

Las negras todavía tienen que encontrar una manera de recuperar el peón mientras las blancas están muy activas. Sin embargo, esta posición relativamente arriesgada del rey blanco hace que las cosas no sean tan claras como deberían.

Ambos libros recomiendan 16.f4 como una muy potente jugada. Contienen algunas líneas, en ocasiones idénticas y en otras complementarias entre sí, mayormente de naturaleza especulativa, pero este es no el quid de la cuestión. El verdadero shock llegó cuando leí el siguiente comentario de Bronstein:

«Botvinnik recomienda:

16.exf6

Y quizás esto sea lo más significativo de estas cinco páginas para el lector.»

Después de unos minutos casi sin aliento decidí que esto ya era demasiado. Bronstein es conocido por haber desempeñado en los últimos años mucho tiempo, tinta y energía en convencer a todos aquellos dispuestos a escucharle o leerle de que Botvinik estaba muy alejado de la imponente imagen del Patriarca del Ajedrez Soviético a la que estamos acostumbrados. No, definitivamente no, el último comentario, altamente elogioso, no pudo haber sido escrito por Bronstein.

El mejor método para recuperar mi calma tras aclarar este paradójico asunto fue comprobar lo que ya venía sospechando: que Botvinnik estaba, como casi siempre, en lo cierto. Cuando todo parece derrumbarse a tu alrededor, solo ayuda apoyarse en los valores inamovibles en los que has confiado durante tanto tiempo.

Aquí ofrezco una posible continuación de la línea de Botvinnik:

16…De5+

Eliminar el peligroso peón es, relativamente, la mejor manera de detener la amenaza del mate en dos. 16…Rh8 desperdicia un tiempo, dejando que la reina se dirija directamente a h5: 17.Dh5 Df4 18.Ch3 Dxf6 19.Tf3 Dg7 20.Cg5 con la amenaza decisiva Cxf7. 20…Rg8 perdería la reina después, de hecho, 21.Cxe6 seguido de Tg3.

16…Rh7 expone al rey a un jaque en e4: 17.Dg4 Tg8 18.De4+ Rh8 19.Tad1 Cc6 20.Cf3 las blancas mantienen su peón extra y retienen una posición dominante. Lo que es peor (si es que hay algo peor que eso) es que la operación simplificadora 20…Tad8 21.Txd8 Txd8 22.Txd8+ Cxd8 deja a las negras impotentes tras 23.Dg4 seguido de un mate en g7.

17.Rf1 Dxf6 18.Dg4+

18…Rh7

El rey intenta tomar parte activa en la defensa. La idea es detener 19.De4+ con 19…Dxg6 sin estropear más la estructura de los peones y debilitar la séptima fila.

18…Rh8 conduce a un final desesperado tras 19.De4 Df5 20.Dxf5 exf5 21.Td6 Rh7 22.Ce2+–

19.Tad1

Defendiendo su torre, las blancas refuerzan la amenaza de De4+

19…Df5

Forzado. 19…Dg6 pierde el caballo tras 20.Df3 Ca6 21.Db7.

20.Dxf5+ exf5 21.Td6 Ca6 22.Td7 Cb8 23.Tc7 Ca6 24.Tb7

El rey está dominado, la estructura de peones del flanco del rey está en ruinas. Las negras pueden renunciar alegremente.

El mérito del movimiento de Botvinnik es que mantiene una ventaja más o menos decisiva con movimientos simples. El análisis de Najdorf y Bronstein contiene algunas líneas elegantes, pero desde un punto de vista práctico también implican un riesgo mayor de confundirse y estropear todo.

Tras una inyección de confianza al confirmar mi sistema general de valores, me sentí lo suficientemente fuerte como para ir en busca de la verdad. Recordaba vagamente que mi amigo Yuri Garrett, un editor y organizador italiano que conoció muy bien a Bronstein, me había dicho que las tres ediciones del libro diferían las unas de las otras. La editorial de Yuri Caissa Editori había traducido al italiano la que se podía considerar como la versión más completa, conservando todas las cosas valiosas añadidas por la nueva edición sin eliminar lo que habían cortado del original.

Aparte a un lado la edición rusa de 1983 y abrí el libro italiano. Las sorpresas se sucedían unas tras otras.

La referencia inicial a la sugerencia de Botvinik era mera información sin elogio alguno. Era de hecho tan lacónica que uno podía pensar que el autor había incluido el comentario casi como una ironía. También podía significar que alguien había jugado con las ediciones posteriores antes de enviarlas a imprenta sin el conocimiento ni el consentimiento de Bronstein.

Esto parece una mera especulación de momento, pero fueron apareciendo nuevos elementos.

En los comentarios al vigésimo cuarto movimiento de la partida Euwe-Kotov, tal y como se imprimió en la edición italiana, está escrito: «Se estableció que tras 24…Ch5 las negras obtienen un fuerte ataque. Por ejemplo:» y aquí se da la línea principal de Najdorf.

Al principio sentí que el no haber mencionado en ninguna parte el nombre de Najdorf podía ser ligeramente injusto, especialmente si este no era el único caso de este tipo. Tras pensarlo un poco más ampliamente, estoy listo para admitir que este enfoque crítico es exagerado. Comparemos este asunto con una situación cotidiana. Puede suceder que jugadores de similar fuerza utilicen programas de análisis del mismo nivel. Lógicamente, llegarían a líneas muy similares sin que ninguno hubiera robado información del otro. En esos días remotos, la gente tenía que utilizar sus mentes para realizar análisis y esta necesidad las mantenía a tono para ese propósito. Lo que tenían en común eran los principios generales del ajedrez, que equivalía hasta cierto punto a utilizar los mismos mecanismos. Es cierto que los juegos de Zúrich del 53 fueron analizados una y otra vez por grandes maestros de todo el mundo y que el mismo Najdorf podría haberse inspirado en algún artículo publicado, digamos, en la Unión soviética, o simplemente por el análisis post-mortem conjunto*.

Una vez más, en el caso del análisis de Botvinnik, esto es secundario. El verdadero problema surge ahora.

Bronstein continúa con un comentario que no se encuentra en el libro de Najdorf: «Sin embargo, se descubrió más tarde que no se tiene que defender necesariamente el peón en g3 y que las blancas pueden jugar simplemente 25.Cc4 Cxc4 26.Dxc4

26…Cxg3 27.Cd1 Dd8 28.Cxe3 Axe3 29.Tc3 Dg5 30.Txe3 Dxe3 31.Ta3.»

De nuevo había algo que no parecía del todo correcto. La posición final es ganadora para las blancas, pero la secuencia completa (sin ningún otro comentario) es antinatural, casi como si el autor deseara probar a toda costa la naturaleza equivocada del ataque de las negras. Esto no es menos sorprendente que el comentario de la tercera edición llamando al anterior sacrificio de calidad «erróneo». Por su carácter, esperaríamos que Bronstein tratara de probar que el ataque era correcto, no lo opuesto. Además, ¿cómo podía un jugador atacante con su imaginación llamar «simple» a la línea anterior?

Más allá de estas consideraciones generales, hay algunos fallos en el análisis.

Lo primero es que las negras no tienen que exponer sus piezas con …Cxg3, sino que pueden jugar 26…Txg3. La principal amenaza es el familiar …Dd8, seguido del traslado de la reina al flanco del rey, lo que fuerza en mayor o menor medida 27.Ta8+ Dg7. El mejor consejo para las blancas es detener …Af4 con 28.Tf1

Con un peón por la calidad y un control perfecto de los cuadros negros, las negras no están para nada forzadas a atacar. Pueden restaurar la harmonía de su posición con 28…Te3, preparándose para defender f7 con…Te7 si lo necesita, pero también manteniendo varias amenazas con …Db7, con un ataque doble en reserva. Las blancas no están en crisis de manera inmediata, pero las negras pueden estar al menos satisfechas con su posición. ¡Iría más lejos y diría que el mismo Bronstein sería simplemente feliz jugando con las negras!

En segundo lugar, tras 27.Cd1 de la línea de Bronstein, las negras tienen una manera imaginativa de evitar grandes pérdidas materiales.

27…Cxe2! 28.Cxe3 Af4+ 29.Rh1 Cg3+ 30.Rg1 Axe3+ 31.Rh2 Cf5. El equilibrio material es poco habitual (dos peones por dos calidades), pero las negras deberían estar bien gracias a su inquebrantable estabilidad en los cuadros negros. Un plan posible es …Ad4 seguido de jaque perpetuo) (…Ae5–d4, combinado con …Cg3 si el rey va a h1).

Más tarde en la línea, las blancas deberían jugar 29.Rxg3 ganando, ya que tras 29.Tc3 todavía es posible 29…Cf5 con oportunidades de aguantar.

Es posible que Bronstein tuviera un mal día cuando comentó esta partida. Cuando revisó las ediciones posteriores, debió darse cuenta de los errores en esta línea y quiso hacerlo desaparecer.

Aunque es posible, no parece probable.

Bronstein escribió un prólogo muy emotivo para la tercera edición, mencionando entre otras cosas que muchos de sus amigos le habían aconsejado no cambiar nada esencial. Todos estuvieron de acuerdo en que sería mejor mantener la frescura de las primeras impresiones más que adaptarlas a la evolución del pensamiento ajedrecístico durante tres décadas. Desde este punto de vista, podría haber eliminado su «línea simple», dejando la variante de Najdorf. Además, ¿por qué añadiría el matiz de que todo el ataque es poco sólido?

Alguna vez oí rumores sobre el descontento de Bronstein por la segunda y tercera edición de su libro. Si los rumores son ciertos, puedo entenderle perfectamente. Hay una brecha clarísima entre su prólogo y la naturaleza de algunos de los cambios operados en el texto que sugieren que él no tuvo ningún control sobre la nueva publicación.

Tras concluir esto, contacté inmediatamente con Yuri para preguntarle por su opinión. Después de un tiempo, mi amigo italiano me dijo que recordaba que Bronstein solía decirle algunas cosas que nunca antes había entendido por completo, pero que ahora cobraban todo su sentido. «Añadieron cosas inútiles y eliminaron comentarios interesantes— solo por razones de espacio y propaganda» es uno de esos comentarios que Bronstein solía hacer. Solo reconocería la primera edición como verdaderamente «suya». Pero entonces volvemos de nuevo al problema del prólogo a la tercera edición…

La verdad absoluta sobre este asunto permanecerá probablemente ensombrecida por el misterio para siempre, pero esto no es esencial. Después de todo, también hay manchas en el sol.

Creo que las nuevas generaciones pueden continuar aprendiendo mucho de la obra maestra de Bronstein, pero el estudio combinado de ambos libros que mencionamos en este artículo es el método más rentable. Tras absorber las abstractas explicaciones de Bronstein, uno debe también entrenar sus habilidades concretas consultando la concreción de las líneas de Najdorf.

Los libros no son como los jugadores, no compiten unos contra otros. Los dos clásicos que mencionamos aquí son bastante buenos por separado, pero creo que brillan más intensamente si se tiene en cuenta conjuntamente.

Mihai Marin

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